Hace dos años, para un trabajo de la universidad tuve que revisar la prensa opositora a la dictadura, en búsqueda de alguna referencia sobre cine. En la revista Análisis N°21, me encontré con que relegaron a Gustavo Rayo, miembro de su consejo de redacción, detenido tras la conmemoración del Día Internacional de la Mujer de 1980. Sus colegas manifestaban su total solidaridad y respaldo ante la arbitrariedad de su castigo. Me sorprendí, porque nunca había escuchado hablar sobre ese mecanismo represivo que se sumó a la lista de las más brutales vulneraciones de derechos humanos tales como la tortura, la prisión política, el asesinato y la desaparición de personas.