"Durante el año 2013, el Estado de Chile conmemoró 40 años del Golpe de Estado de 1973, el cual permitió la instauración de una dictadura militar que duró 17 años. Cuarenta años han pasado, y si bien el país dejó atrás el escenario de alta polarización política que permitió, en parte, el acontecimiento que permitió el ingreso de los militares a la conducción política del país, durante el 2013 Chile fue testigo de diversos testimonios que recuerdan la existencia de deudas pendientes en diversos ámbitos. Probablemente, el más importante de estos ámbitos sea la deuda pendiente en torno al total esclarecimiento de los culpables y responsables de las violaciones a los derechos humanos a las que el Régimen de Pinochet incurrió entre 1973 y 1990. En la actualidad, los regímenes democráticos –en sus diversas expresiones- se fundamentan como instancias de respeto por la dignidad de la persona y sus derechos humanos (Cascado, 2006). Es decir, una democracia no existe si no respeta los derechos humanos de quienes la componen. Esta defensa constituye un elemento que no se puede sustraer, como otros elementos constitutivos de una democracia1. Pues cuando un régimen no es capaz de asegurar y promover los derechos humanos de sus ciudadanos, mediante el respeto, además, del Estado de Derecho, es difícil sostener que éste constituye una democracia."